Artículo publicado por nuestro Presidente D. José Luis Murcia en La Tribuna (19/12/2020)
El pasado 14 de diciembre, el telediario de las 3 de la tarde de la 1 de RTVE nos sorprendía con una noticia, firmada por su redactora Lucía Pérez Sanagustín, en la que se calificaba al vino como “la droga legal más consumida en España”. Es decir, en un momento, 561.000 viticultores, 428.000 empleados de bodegas, además de sumilleres, enólogos, ingenieros agrónomos especializados en viticultura, hosteleros y transportistas pasaban a convertirse en narcotraficantes “legales” que inundan nuestras casas, restaurantes, bares y centros de ocio de droga. Ver para creer.
El vino, según la propia legislación española, no es una droga, ni legal ni ilegal, sino más bien un alimento que forma parte indisoluble de la Dieta Mediterránea, ejemplo en el mundo de una nutrición equilibrada y alabada por la mayoría de los países del mundo.
El vino es cultura y forma parte de nuestra cultura desde tiempos inmemoriales. Ha convivido con distintas civilizaciones y con mayor o menor auge es claro sostén de nuestras raíces judeo-cristianas, además de haberse consumido y alabado durante buena parte de la dominación árabe.
El vino no es la “droga legal”, tal como afirmaba la redactora de RTVE, “más consumida en España” sino que la cerveza, otra “droga legal”, alcanza más de 52 litros por persona y año, según Cerveceros de España, mientras el vino, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) llega a los 27,8 litros dividiendo entre los españoles que tienen más de 15 años, tal y como aconseja el Índice de la ONU en la elaboración de estas estadísticas.
El vino es un sector económico que genera de forma directa 6.500 millones de euros anuales, 2.700 millones correspondientes a la exportación, y acapara empleos directos e indirectos cercanos al millón y medio de personas. Las visitas enoturísticas superan los tres millones de personas y más de 15 millones de visitantes extranjeros vienen anualmente a España a realizar turismo gastronómico, sector del que el vino forma parte importante.
El vino en Castilla-La Mancha acapara más de 400.000 hectáreas, que son, en gran parte, nuestra masa forestal. Los viticultores de esta región no solo contribuyen a crear riqueza con la elaboración, venta y exportación de vino, sino que ayudan a fijar población, favorecen la captura de CO2, luchan denodadamente contra el cambio climático y evitan la desertización paulatina de nuestros pueblos.
Nuestro ataque desde la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV), que me honro en presidir, no va contra el derecho a la libertad de expresión que tiene, faltaría más, nuestra compañera de RTVE sino contra, a nuestro juicio, un trabajo profesional deficiente con errores de bulto, como el de “droga legal más consumida” que fue rectificado a posteriori; con imágenes claramente visibles de una conocida marca jerezana en un bar de Madrid especializado en vinos generosos y con una información en la que solo se da voz a una parte, para nada a médicos, y los hay muchos, favorables al consumo moderado de vino, o al propio sector.
Desde la AEPEV no fomentamos el alcoholismo ni la conducción después de consumir vino. Al revés, somos partidarios del consumo moderado de vino y, eso sí, somos, en general, decididamente partidarios del lema “prohibido prohibir”.
José Luis Murcia Presidente de la AEPEV