Jornadas en Valencia por el 30 aniversario de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV)
El sector del vino es una disciplina con valores intrínsecamente humanistas. Es una actividad que nació como producción agraria, pasó a ganarse un hueco de mercado en la alimentación y ha evolucionado a proyectos enológicos multidisciplinares con un mercado muy atomizado. José Vicente Guillem Ruiz, Doctor ingeniero agrónomo y enólogo, miembro de la asociación AEPEV y un extenso currículum, repasó el recorrido del vino desde que se llevaban las garrafas hasta la actual tendencia de lo híper local, para destacar los puntos clave.
Algunas de estas cuestiones son las que aborda la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV) dentro de los actos conmemorativos del 30 Aniversario. La jornada «El futuro de la comunicación en la viña y el vino», que se celebró el pasado 22 de junio en la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados FVEA, Valencia, citó algunos expertos y especialistas activamente comprometidos vinícolas para compartir impresiones y algunas realidades que atraviesa el sector.
“La viticultura es un elemento vertebrador de la comunidad”, Guillem insiste en que hemos pasado de producir para vender a producir para consumir y que consecuentemente la calidad del vino y la vid que plantamos hoy será la del S.XXII. Con la mirada en el futuro habla de ese valor intangible y humanista que siempre ha caracterizado al mundo del vino, que trabaja como preservador del patrimonio natural e inmaterial, cultural pese a ser un sector muy atomizado. En este sentido, vislumbra la necesidad de bio certificaciones para que de una forma ágil el consumidor sea capaz de descifrar el trabajo de cada bodega y así elegir con más consciencia.
La periodista gastronómica de SER radio Castellón, colaboradora de Guía Hedonista y líder del proyecto Terrenae de Castelló, Carla Centelles, sumó en la mesa redonda “Vino y sociedad: un diálogo constante”, la necesidad de trabajar en origen para comunicar la cultura local mediante redes físicas y digitales que permitan un acceso informativo, para conseguir consumidores conscientes. Una solución que apela al sentido común para conseguir llegar a esos públicos alejados del sector y también descubrir los vinos autóctonos a los asiduos de la copa. La joven valldalbense divulga consumo consciente acercando los productos y vinos de Castelló a vecinos.
Una filosofía que comparte con Silvia Soria, compañera de profesión, directora de El Forcat en EsRadio Valencia y con una gran trayectoria de veinticinco años como divulgadora en el sector agrario que le ha valido entre otros el premio de periodismo otorgado recientemente por la Fundación Valenciana de Agricultura y Medio Ambiente (FUVAMA) en su XXII edición del Certamen de Periodismo ‘Agricultura y Medio Ambiente’.
Precursora de los vinos locales, abrió una enoteca solamente de vinos valencianos que tuvo que cerrar porque en aquel momento la gente solo pedía grandes marcas foráneas. Es por eso que remarca la importancia de creernos los buenos vinos que hacemos y conseguir que el vino sea tendencia, disfrutarlo sin pretensiones y en compañía, entender que es cultura y paisaje.
El vicepresidente de la AEPEV y director del Comité Regional Miguel Ángel Martín moderó la mesa redonda donde también participó el periodista Vicente Morcillo del periódico Levante EMV quien añadió al debate la cuestión devender las variedades utilizando la región como apellidoporque, a pesar de ser similares, son distintas en función de cada clima.
La jornada acabó en el Celler de PROAVA con la cata de cuatro referencias de bodegas Anecoop acompañadas de productos valencianos: los vinos fueron Reymos selección espumoso de moscatel, dos vinos tintos Venta del Puerto con las variedades tempranillo, cabernet Sauvignon, merlot y syrah, Los Escribanos con monastrell y garnacha tintorera y finalizando con Sol de Reymos vino dulce natural de moscatel.
Y, la posterior visita a la bodega del S.XV bajo el suelo de la sala de catas. Era un espacio abandonado que se descubrió al realizar una excavación para crear un parking. Con trabajos arqueológicos se destapó esta bodega de una antigua casa agrícola que probablemente perteneció a una casa señorial de los primeros asentamientos cristianos, año 1258. Aunque inicialmente ubicaba lejos del centro de la ciudad, fuera de la primera muralla y en una zona muy rica a nivel agrícola, quedó dentro de la segunda muralla al cabo de los años. La primera bodega cristiana de la ciudad que trabajaba sobre todo el moscatel de esas viñas pegadas al mar y que en su momento pasó a servir vino por la gran demanda de los que pasaban por la ciudad, probablemente también fue el inicio del oficio de las tabernas.